Estados Unidos se ha ido al traste (imaginamos que el resto del mundo también, pero no nos lo explican porque, claro, es irrelevante) por culpa de un virus que convierte en veloces zombis a la población infectada. Uno de los pocos supervivientes es Colombus, un chaval que antes del desastre se dedicaba en cuerpo y alma al WoW porque no tenía familia ni amigos que le hubiesen dado una colleja a tiempo. Ahora que tiene que enfrentarse al apocalipsis zombi su solitaria vida es una ventaja: no tiene a nadie a quien llorar, ni por quien preocuparse (excepto sus abuelos que podrían seguir vivos en Colombus y es allí a donde se dirige), nadie más que él mismo, así que puede seguir sus propias reglas.
Zombieland tiene unos de los mejores diez primeros minutos que he visto en mucho tiempo. La potencia de los títulos de crédito, con
For whom the bell tolls de Metallica combinadas con imágenes a cámara lenta de violentos y sanguinarios ataques zombis hacían presagiar algo grande. Lo malo de empezar en lo más alto es que esto solo puede llevar a mantenerse ahí o a caer y aunque solo se caiga un poco, que es lo que hace esta película, es inevitable lamentarse por ello.
Colombus es un nuevo tipo de personaje en el cine de zombis. Tiene internet en casa y ha podido ver todas las películas de George A. Romero, además de leer Los muertos vivientes de Robert Kirkman y la Guía de supervivencia de Max Brooks por lo que tiene claras varias cosas: no hacerse el héroe, no entrar en sitios oscuros sin cuidado, no fiarse de nadie, etc, etc. Muy pronto se une a él Tallahasee (Woody Harrelson) un tipo duro de los duros de toda la vida cuya misión en la vida es encontrar el último Twinkie de la Tierra, un bollito de crema que es lo que le mantiene al pie del cañón. Wichita y Little Rock, dos hermanas bastante desconfiadas, completan el cuarteto protagonista.
La película es un poco Shaun of the Dead a la americana; en ambas un par de personajes cotidianos con vidas cotidianas y problemas cotidianos necesitan un estímulo que les haga reaccionar y madurar ¿Qué mejor que un montón de zombis como impulso para el cambio? El problema es que Zombieland se queda un poco atrás en situaciones divertidas, o sorprendentes, o emocionantes respecto a la inglesa. Lo más interesante es un cameo hacia la mitad del film en la que BM, un conocido actor con una legión de fans inmensa, recibe en su casa a los protagonistas con inesperado (o no) resultado.
Por lo demás Zombieland desaprovecha mucho de lo que propone. Por ejemplo, "La muerte zombi de la semana", que es el nombre que los protagonistas ponen al asesinato destacado de un muerto viviente. En un flashback nos muestran a una monjita corriendo hacia la puerta de la iglesia; cuando entra por ella un piano enorme espachurra al zombi que la perseguía. En la historia de Colombus es Tallahasee quien, de forma espectacular, acaba con uno de los monstruos. Luego se olvidan del tema. Se olvidan de la comedia en buena parte y tiran por la historia de amor adolescente y lo bonito que es tener una familia. Shaun of the dead es, desde el minuto primero, una historia de amor y sin embargo le da tiempo a todo, incluso a convertir a la mitad del elenco en zombis.
Está claro que Zombieland es la alternativa navideña a cualquier otra cosa que haya ahora mismo en cartelera, una película entretenida que gustará a los seguidores del cine de zombis y a los que no, pero por desgracia no es el bombazo que podría haber sido.